lunes, 10 de mayo de 2010

LAS VERGUENZAS DE DOÑA INES DE COLLAHUASI


Por Pedro Armendariz


Doña Inés de Collahuasi es el siútico nombre de la tercera mina de cobre más grande de Chile. El mineral, explotado por una empresa extranjera, se encuentra en la cordillera de los Andes a cuatro mil metros de altura.

De los cinco mil trabajadores de la mina, cuatro mil son subcontratados por empresas que prestan servicios a la minera Collahuasi. Sólo mil tienen contrato de trabajo directo con la empresa transnacional.

Estos días se encuentran en huelga los trabajadores subcontratados. Exigen el cambio de las condiciones laborares en lo que dice relación con contratos de trabajo, salarios, jornadas de trabajo y tiempo libre, alimentación, hospedaje en la mina, previsión social, entre otros aspectos. En todos ellos denuncian discriminación y mal trato.

Al tiempo que degrada la condición de sus trabajadores, sometiéndolos a la explotación económica y el apremio físico, la minera Collahuasi desarrolla una extensa y planificada labor de relaciones públicas hacia la comunidad. Para ello le sobran medios humanos y materiales. Está en todas, desde la reconstrucción de iglesias afectadas por el terremoto del 2005, el proyecto de construcción de una réplica de la Esmeralda, el apoyo de las divisiones de educación municipal, alumbrado público, publicidad en los medios para mantenerlos de su lado, aportes en escuelas, clubes deportivos, hogares de ancianos. Nunca mucho dinero, más bien al contrario, un poco por aquí otro poco por allá, suficiente para mantener tranquilos y sobretodo callados a muchos, de arriba abajo en la pirámide social.

Muchos que callan y saben y están al tanto, no sólo del maltrato y la explotación discriminatoria que lleva a cabo la empresa transnacional sobre sus trabajadores, tampoco desconocen, al contrario, los graves perjuicios y daños medioambientales que provoca con sus faenas.

Uso y abuso del agua siempre escasa en el desierto. Ya lo sufren directamente en Pica y Matilla los agricultores locales, y es la subsistencia de la población de este oasis la que está en juego. Las autoridades callan obedientes ante el poder del dinero.

A lo anterior se suma la contaminación propia de las labores mineras. Está se alarga a la costa al sur de Iquique, donde Collahuasi tiene un puerto propio y una fábrica elaboradora de molibdeno.

Vecinos de caletas vecinas a estas instalaciones, han llevado a cabo recientemente protestas por el daño que la planta de molibdeno produce a la atmósfera, afectando a su salud.

Hasta ahora no se ha dado a conocer la causa de muerte de cientos de lobos marinos el año pasado en las aguas cercanas a aquella planta. Aparecieron muertos entre los roqueríos unos sobre otros luciendo un extraño color amarillo, que hace pensar en una intoxicación química. Los medios locales de prensa y las autoridades se quedaron con la explicación de que la muerte masiva era a causa de una falta de alimentación de los lobos en el mar.

Ante todo este conjunto de desastres callan los políticos. Intendente, parlamentarios, alcaldes, concejales, consejeros regionales, jefes de servicio, profesionales, intelectuales, académicos, callan. ¿Por qué? Porque el dinero de Collahuasi llega adonde es preciso a la hora de conseguir sus objetivos.

Entre otros destinos, están, como no, los medios de comunicación. No hay casi ninguno que se resista. Al contrario, sueñan, gestionan, sugieren para que les caiga alguna publicidad, suplemento, aporte de la minera.

Aún así, ante la fuerza de los hechos, la población en general, en Iquique y en los pueblos de interior, cada vez está más consciente de los efectos medioambientales dañinos que tienen las explotaciones mineras en la zona. La pregunta es cuándo este saber se traducirá en acciones colectivas en aras de rectificación radical de la situación. Si es que algún día tal reacción se produce.

Por lo pronto, es casi seguro que los trabajadores subcontratistas de Collahuasi en huelga, habrán de dar su lucha en solitario. El gobierno, como era de esperar, se lava las manos. Hasta ahora sólo ha intervenido enviando a un numeroso destacamento de carabineros para que, mediante bombas lacrimógenas y palos, despejase el camino de acceso al mineral.

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